Las caras sucias

Cada vez que un amigo mío extranjero me dice que quiere ir a Cuba a mí se me cae la cara de vergüenza. ¿Qué opinión se llevarán de mi tierra cuando, después de pasar dos semanas de vacaciones, regresen a sus países?

La añoranza por tu patria te hace olvidar las cosas malas y feas que están en ella. La primera vez que salí de Cuba y llegué a Europa estaba deslumbrado por la limpieza, la organización, el color de los paisajes y de las ciudades. Pasó el tiempo y tuve que regresar, la primera mala impresión al tocar suelo cubano fue ver el nuestro querido e impresionante Aeropuerto Internacional “José Martí”, el suelo estaba sucio, casi el 20% de las luces estaban fundidas y las que quedaban no tenían los watts necesarios para alumbrar bien, la carpintería maltratada, etc. ¡Qué desilusión! Ese gran mito que sentimos los cubanos -cuando salimos por primera vez- por el aeropuerto internacional de La Habana se cayó, y más si la procedencia es el “Charles de Gaulle” de París.

Nuestras ciudades tienen las caras sucias, resultado de tantos años sin maquillajes y como consecuencia de muchos otros problemas. ¿Será que el gobierno cubano sólo puede dedicarles dinero a “Los cinco héroes prisioneros del imperio y a sus familiares” o a pagarles a todos los infiltrados de la contrainteligencia que tienen a sus servicios en diversos países del mundo? En vez de estar preocupados porque le quiten el poder, ¿por qué no le dedican una pequeñísima parte de ese dinero a todos los problemas urgentes que nos acarrean hoy a nuestra patria?