lunedì 13 luglio 2009

Un día corriente

Nota: A partir de hoy en mi Blog comenzaré a publicar artículos de amigos míos que están en Cuba y que no tienen la posibilidad de tener su propio espacio para decir lo que sienten, este seudónimo de este amigo mío es Luisma, hasta que se pueda revelar su propio nombre.

Artículo escrito por Luisma:

Cada día cuando nos levantamos nos enfrentamos a nuevos retos; y sin dudas el transporte es uno de los más difíciles entre los que golpean a los cubanos. En muchos países no es tan complicado, simplemente significa caminar hasta la parada de metro, de bus y esperar a que los mismos lleguen o meramente arrancar el carro. Aquí en nuestra bella isla ese tema está muy lejos de ser una simpleza.

Cuando era estudiante, no había guagua de mi casa para la Universidad, así que debía depender de la buena voluntad de alguien que tuviera carro y me quisiera dar un aventón. A pesar de lo complicado que puede sonar es mejor que depender solamente del transporte público.

No importa cuán temprano te levantes, la misma cantidad de personas abundará la parada. Desde que sales de la casa y la logras visualizar sabrás si será un buen día o uno de esos en los que no se te aliviará el dolor de cabeza y el estrés será parte de ti.

Dos cuadras antes ya te vas encontrando personas que van a coger la misma guagua que tú y te preguntas cuántas deben venir para poder irse todos sin tener en cuenta las demás paradas. Te das cuenta que es una larga cuenta matemática así que prefieres pensar que será cosa de suerte.

Ves la guagua que pasa vacía y dice “Batalla de Ideas”, el militar que va solo en su carro y mira como preguntándose qué pasará, pero que ni siquiera piensa que es cosas común de todos los días. También ves a las mujeres manejando y por “seguridad” no ayudan a nadie, ni a mujeres con niños. El compañero de trabajo que no mira hacia el lado y luego se para en la reunión a la cual debías llegar temprano y te habla de ¡compromiso con la Revolución! Todas esas cosas ves en una simple mañana y se repite día tras día.

Luego de correr de un lado a otro tratando de coger alguna guagua por cualquiera de sus puertas y tentando a la suerte de ser una de las que puedas montarte te encuentras con el calor, y ya estás sudando y no has empezado el viaje. Te enfrentas al que fuma sin hacer caso al cartel “No fumar”. El señor que necesitó transportar un saco y lo lleva en medio de la puerta sin dejar avanzar, la señora que va al hospital y te pega en tu ropa limpia la jaba mojada o caliente, la que pasa con la cartera grande y te raspa el brazo o la blusa, la que no llega al tubo para sujetarse y cada vez que frena la guagua cae encima de ti. También está el que amanece trabajando y quiere apoderarse de tu cartera, o de lo que lleves descuidado, el que quiere romancear sin que te de cuentas y te presenta su mandado sin que te des cuenta.

Es muy probable que al bajarte algo te falte, estés sudando con parte de la ropa sucia, el maquillaje corrido y despeinada. Te alistas un poco antes de llegar al trabajo o en la recepción, pero el estrés acumulado no lo puedes quitar así que no saludas, casi no hablas y ni pensar en trabajar.

Diariamente podemos perder 4 horas en cuestiones de transporte, lo que significa 84 horas mensualmente que representan 12 horas de intenso trabajo diario fuera del hogar. Te levantas a las 6 para llegar a las 8 al trabajo, sales del mismo a las 4.30 y estarás llegando a la casa sobre las 6 o 6.30 pm. A esa hora comienza otra rutina de la cual podemos hablar otro día. El resultado siempre es el mismo, te duermes viendo la novela para al otro día levantarte a encontrar el desafío de cómo llegar al trabajo.

Si un día corriente de trabajo te cuesta ir a tu centro laboral mucho más te costará aliviar el estrés el fin de semana. No quieras ir a la Iglesia, o a visitar a mami y papi, tampoco salir a pasear porque te aseguro que llegarás el próximo lunes con menos ganas de trabajar, hablar o sonreír.

Nadie sabe o parece importarle estas cosas porque estamos en verano, donde la población vacacional aumenta y no bastando todas estas cosas toman la medida de reducir al 50% la frecuencia de ómnibus los fines de semana. En primera no existe tal frecuencia y en la fotografía puede observarse que significa esto: no hay guaguas los fines de semana… Una vía tan transitada como la que se muestra puedes encontrártela desprovista de guaguas, de carros, motos, o máquina de alquiler. La pregunta es: ¿cuánto podremos resistir esta tortura diaria?

1 commento:

  1. Yo de mi casa al trabajo y del trabajo a la casa perdía todos los días de una hora y media a 2 horas cuando menos. Cuando llegaba al trabajo sudado y cansado ya no tenia ganas ni de trabajar...

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